Autor: Juan Carlos Varillas Lima
23 de Mayo de 2017
Comunmente, la política económica es el resultado de la planeación, gestión y acción de los gobiernos nacionales, esto promueve el desarrollo nacional a través del impulso a los diferentes sectores económicos. Las expresiones de los modelos económicos se reflejan en la construcción de políticas públicas concretas en diversos aspectos como: el impulso a la inversión, el crecimiento económico, las finanzas, el comercio exterior, la política monetaria, entre otros.
Sin embargo, la política económica también es influenciada por el contexto histórico, político y social en el cual es creada; y por la carga ideológica de los líderes y los actores que participan en su diseño. El claro ejemplo de esto es Estados Unidos, donde la política económica es reflejo, tanto de su doctrina económica como de la ideología del gobernante en turno.
Resulta paradógico que en una de las naciones que más promueve el libre mercado, el gobierno de Donald Trump maneje un discurso proteccionista. Sin embargo, han sido sus declaraciones y no sus políticas las que han reconfigurado el rumbo de las inversiones de las empresas transnacionales que ahora regresan a los Estados Unidos, más por presiones políticas que por incentivos económicos. En pocas palabras, Trump busca el retorno de inversiones y empleos, pero mediante el uso de mecanismos disuasivos y no a través de claros procesos de política pública; privilegiando además los trabajos relacionados con el sector industrial y manufacturero sobre los servicios y la actividad financiera.
Recuperados de: https://twitter.com/realdonaldtrump
En este contexto, se puede pensar que en Estados Unidos “no todos los trabajos importan” (Krugman, 2017).
Es cierto que lo anterior tiene aciertos y desaciertos que impactan en la forma en que son diseñadas e implementadas las políticas públicas de carácter económico. Por un lado, el impulso a la producción nacional; y el desarrollo de la industria y la manufactura, pueden tener, de acuerdo con la economía clásica, efectos positivos en el crecimiento económico. En contraste, dejar de lado al sector terciario dentro de la planeación económica puede traer consecuencias negativas, sobre todo, en una economía como la estadounidense que se ve ampliamente beneficiada de la liberalización e interconexión de los mercados globales.
De esta forma, la generación de políticas económicas para los Estados Unidos (y en general, para cualquier país) debe alejarse de los discursos políticos y entrar en un proceso real de diseño e implementación de política pública. Esto se puede lograr mediante la construcción de diagnósticos de las problemáticas, la generación de planes estratégicos de acción e implementación y la aplicación de mecanismos de medición del desempeño, resultados y evaluación.
Es por ello que un problema público como el desempleo no puede abordarse con acciones tan simples como obligar a las empresas a mantener operaciones dentro del territorio de un país. El problema es complejo y por ende, requiere del diseño de acciones que vinculen a los decisores y a los actores sociales para lograr un impacto positivo en el bienestar de las personas.
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