El 24 de octubre de 1945 está establecido como el día fundacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que, si bien, es un organismo cuyos antecedentes radican en 1919 con la Sociedad de Naciones, oficialmente su existencia se conmemora en dicha fecha.

Entre los múltiples cambios políticos, tecnológicos, sociales y un sinfín más por enumerar, el Siglo XX marcó el inicio y la llegada de una concepción global de cohabitación en el mundo, si bien, era una idea radicada en la Ilustración, ésta se vuelve real hasta la década de mil novecientos veinte.

La ONU tiene entre sus múltiples funciones una agenda de inclusión y protección a grupos vulnerables, como lo son mujeres, migrantes o refugiados ocasionados por conflictos bélicos, sin embargo, en esta ocasión queremos enfocar la reflexión en la mediación entre conflictos internacionales.

Dicha mediación trata de ser lo más imparcial que se puede, sin embargo, no siempre se logra por la misma naturaleza del quehacer mediador, siempre hay un tinte político de duda o sospecha sobre su neutralidad, que evidentemente es señalada por quienes se sienten afectados por la ONU.

Hay que preguntarnos, sin lugar a dudas, si es más importante tener cierta sospecha sobre una ligera tendencia en favor de ciertos grupos o intereses, o es más importante contar con un organismo legitimado para poder tratar de solventar conflictos por una vía pacífica. La objetividad es algo sumamente estimado por cualquier ser humano, sin embargo, hasta dentro del mismo quehacer científico, cuya premisa fundamental metodológica es la objetividad, es difícil de lograr por el factor humano que está involucrado irremediablemente.

Es de humanos errar, estar sesgado, tener preferencias, pero para ello existen mecanismos que tratan de reducir, más no es posible erradicar, todo tipo de sesgo ¿Por qué, entonces, pedimos deshumanizar a un organismo que tiene por objetivo humanizar en los tiempos más crueles de excepción? Una pregunta que puede responderse crudamente… por conflicto de intereses, lo cual significaría que la pugna no sería por la neutralidad, sino por tratar de tornar la parcialidad hacia aguas propias.

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