La historia de la independencia de México no es como la recordamos y está bien - IEXE Universidad

La historia de la independencia de México no es como la recordamos y está bien

Imagen de autor

Por Expost

Redactor en EXPOST

icono de calendario12/09/2025 4 min de lectura
icono fuente
  • La historia no es cómo te la contaron: Lo que creemos del Grito de Dolores es más mito que realidad.
  • Hidalgo no gritó independencia: Al principio no se buscaba romper con España, sino defender al rey legítimo.
  • El mito también importa: Aunque la historia se recuerde de forma simplificada, sigue siendo valiosa porque nos da identidad y sentido colectivo.

Cada septiembre, las plazas se llenan de luces y gritos que celebran que un cura, Miguel Hidalgo, supuestamente dijo “¡Viva la independencia de México!” y con eso nació un país. Hermoso… pero no tan cierto.

Hidalgo no gritó por la independencia de México. Lo que en realidad dijo fue algo como “¡Viva Fernando VII y muera el mal gobierno!”. En otras palabras, su movimiento buscaba quitar del poder a los franceses que habían impuesto a José Bonaparte en el trono de España y restaurar al rey legítimo.

La independencia no fue un día de fiesta sino una guerra de once años, con derrotas dolorosas, traiciones y cabezas colgadas como advertencia para cualquiera que quisiera seguir el ejemplo.

Lo que realmente pasó

Si quisiéramos resumirlo rápido:

  • Hidalgo encendió la chispa, pero no buscaba independencia absoluta.
  • Morelos fue quien propuso un país libre y sin castas, con su famoso documento Sentimientos de la Nación.
  • Tras su muerte, la guerra continuó como una larga resistencia de guerrillas lideradas por gente como Vicente Guerrero.
  • Finalmente, Iturbide (que era realista) pactó con Guerrero, proclamó el Plan de Iguala y logró consumar la independencia en 1821.
  • Después se autoproclamó emperador, lo derrocaron, y nació la Primera República con Guadalupe Victoria como presidente.

La historia suena sencilla cuando la contamos así, pero en realidad fue un proceso caótico, lleno de negociaciones, ambiciones políticas y giros inesperados.

¿Por qué recordamos una versión más simple de la historia de la independencia de México?

Porque es más fácil. Recordar la independencia como una gran gesta heroica con un inicio claro (el Grito de Dolores) y un final feliz (la consumación en 1821) es mucho más digerible que aceptar que fueron once años de guerra civil, con bandos cambiantes y objetivos en evolución.

Además, como diría Maurice Halbwachs, las sociedades construyen su memoria colectiva de forma selectiva. No es tanto un archivo exacto del pasado, sino una historia que nos ayuda a sentirnos parte de algo.

Por eso, cada 15 de septiembre repetimos el grito —aunque no sea el original— y sentimos que compartimos algo en común con millones de personas: la historia se convierte en ritual.

«Quien no conoce su historia está condenado a repetirla»… ¿seguro?

La frase es de George Santayana y suena perfecta para justificar que debemos aprender historia porque tiene un valor utilitario basado en el propio aprendizaje de la misma. Pero no todos están de acuerdo, por ejemplo:

  • Karl Popper decía que la historia no es un manual de instrucciones: no podemos predecir el futuro a partir del pasado.
  • Walter Benjamin advertía que pensar que la historia “enseña” puede llevar a justificar tragedias como pasos necesarios hacia el progreso.
  • Michel Foucault recordaba que la historia está atravesada por relaciones de poder, y lo que llamamos “lección” histórica depende de quién contó la versión que llegó a nosotros.

Así que no, conocer la historia no garantiza que no repitamos errores. Si fuera así, ya no habría guerras, ni crisis económicas.

El valor de la historia (aunque sea mítica)

A pesar de las críticas, la historia —incluso la simplificada— sigue teniendo valor. Benedict Anderson hablaba de las naciones como “comunidades imaginadas”: millones de personas que nunca se verán entre sí pero que comparten símbolos, fechas y relatos que los unen.

Cuando gritamos “¡Viva México!” cada septiembre, no importa si pensamos en Hidalgo, en Morelos o en el pozole. Lo que importa es que sentimos que pertenecemos a algo más grande que nosotros.

La historia, con sus mitos y sus adornos, es un pegamento cultural. Nos ayuda a darle sentido al caos, a reconocernos como parte de una misma narrativa y a tener pretexto para hacer fiesta nacional.

Un país que sabe celebrar

La independencia de México no fue un acto de una sola noche con un final de cuento (incluso hoy, muchos dudan de la soberanía del país). Fue un proceso largo, complejo y lleno de contradicciones. Y aun así, está bien que la recordemos con campanas, fuegos artificiales y gritos en el zócalo.

Porque la historia no únicamente sirve para evitar errores (si es que lo logra), sino para construir identidad. Si algo hacemos bien los mexicanos es convertir el pasado —caótico, sangriento, doloroso— en motivo de orgullo y celebración.

Así que, mientras discutimos si Hidalgo realmente quería la independencia o no, ¡VIVA MÉXICO!

Imagen de autor

Expost

Redactor en EXPOST
Redes sociales

Educación a distancia con programas 100% en línea, validez oficial SEP y reconocimiento acreditado en diversos en países.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Todos los derechos reservados IEXE 2022 Aviso de Privacidad Contacto

IEXE Universidad