La inteligencia artificial (IA) ya no es un tema novedoso, muchas personas hemos escuchado hablar sobre ella o la hemos utilizado. Sin embargo, esto no significa que haya pasado de moda. No, el tema aún está ahí, con desafíos cada vez mayores porque no para de evolucionar. No terminamos de aprender cuando ya hay una versión nueva de esto o de aquello. Por esta razón, no podemos quedarnos estancados.
Lo anterior lo han entendido los gobiernos, aunque no sin asumir algunos retos u obstáculos. Con la IA, la administración pública ha comenzado a transformar sus cimientos. Hay muchas decisiones, por ejemplo, que ya se están tomando con IA. También los servidores públicos están cambiando la manera en la que se forman, aunque no ha sido fácil. Esto porque la incorporación de la IA al ámbito gubernamental plantea un doble desafío: aprovechar su potencial para mejorar la gestión pública y, al mismo tiempo, hacerlo de manera ética, transparente y responsable.
En la administración pública, la IA se ha traducido en procesos más ágiles, trámites más sencillos y servicios más personalizados. La tecnología ofrece la posibilidad de un gobierno más eficiente y cercano, con chatbots que atienden consultas ciudadanas, sistemas predictivos que anticipan necesidades sociales o mejoran la logística del transporte público, entre otras “aplicaciones”.
El verdadero reto, sin embargo, es humano, no tecnológico. Muchos especialistas sostienen que la diferencia está en la formación de servidores públicos capaces de comprender, aplicar y supervisar el uso de la inteligencia artificial. Esto quiere decir que no es suficiente con incorporar herramientas digitales; hay que desarrollar las competencias que ayuden a gobernarlas.
Los gobiernos y sus instituciones tienen muchas oportunidades con la IA. Una de las más evidentes es la automatización de tareas repetitivas, la cual es útil para liberar tiempo y recursos en actividades estratégicas. En áreas como salud, educación, seguridad o transporte, los algoritmos ayudan a optimizar operaciones y detectar irregularidades con una precisión imposible de alcanzar manualmente (y si no imposible, “eterna” y desgastante).
No obstante, el potencial más transformador de la IA está en la toma de decisiones basadas en datos, sobre la cual ya hemos hablado en otros espacios de este blog.
Otro campo de oportunidad es la capacitación profesional. La IA posibilita el desarrollo de programas de formación personalizados, adaptados al ritmo y las necesidades de cada servidor público. Plataformas educativas inteligentes pueden identificar áreas de mejora, sugerir recursos y evaluar el progreso de manera continua. Este tipo de aprendizaje adaptativo incrementa la productividad y, al mismo tiempo, fomenta una cultura de actualización permanente.
La profesionalización puede entenderse como un proceso permanente de formación, actualización y mejora de las competencias que ayudan a las personas a desempeñar funciones públicas con eficacia, ética y compromiso. Esto incluye dominar la IA, pero también saber interpretarla. Son tres las dimensiones clave de la profesionalización de los servidores públicos:
¿Qué hay que hacer para promover la profesionalización de los servidores públicos?
La profesionalización digital requiere una estrategia integral que combine educación, política pública y cultura organizacional. Algunas acciones importantes son:
La profesionalización de los servidores públicos en la era de la inteligencia artificial conlleva repensar el rol del Estado y de quienes lo conforman, así como de aprender a usar nuevas herramientas. Es la combinación de una cosa con la otra. Las competencias del futuro combinan habilidades técnicas con juicio ético, pensamiento crítico y comprensión social.
En este sentido, las universidades y centros de formación tienen un papel crucial. Deben preparar a las nuevas generaciones de servidores públicos a operar sistemas y, muy importante, a dirigir la transformación digital con sentido humano. Por supuesto, esto exige programas académicos actualizados, prácticas interdisciplinarias y espacios de reflexión sobre los impactos sociales de la tecnología.
La IA también puede ser una aliada para la inclusión. Al automatizar tareas o traducir información en lenguaje sencillo, favorece la accesibilidad y la comunicación con grupos históricamente excluidos. Así, la tecnología puede convertirse en un instrumento para robustecer la igualdad y la transparencia, siempre que su implementación esté guiada por principios éticos.
Aguirre Quezada, J. P., & López Hernández, G. (2025). La inteligencia artificial en la profesionalización de las y los servidores públicos: Oportunidades y riesgos en el desarrollo profesional. RIESED, Revista Internacional de Estudios sobre Sistemas Educativos, 3(16), 741–761. http://www.riesed.org
OECD / UNESCO. (2024). G7 Toolkit for Artificial Intelligence in the Public Sector. OECD Publishing. https://www.oecd.org/en/publications/g7-toolkit-for-artificial-intelligence-in-the-public-sector_421c1244-en.html
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