Imagina un camaleón que no destruye el entorno, se mimetiza con él, lo usa para sobrevivir y, de paso, confunde a quienes lo observan. Así funciona el terrorismo híbrido. No aparece como un grupo clandestino escondido. Se disfraza de causas legítimas, se mezcla con protestas ciudadanas y se alimenta del descontento social para desestabilizar gobiernos.
Este fenómeno, identificado en la literatura académica como una mutación reciente del terrorismo, combina la fuerza de la protesta social con el cálculo estratégico de organizaciones que buscan mucho más que visibilidad: quieren transformar el sistema político mismo.
El concepto de “conflicto híbrido” nació en las discusiones militares de la OTAN a principios del siglo XXI. Se usaba para describir nuevas guerras donde actores estatales y no estatales combinaban tácticas regulares e irregulares: guerrilla urbana, drones, secuestros, desinformación, propaganda digital (Colom Piella, 2018).
Ejemplos abundan:
Estas formas de conflicto difieren de las “guerras antiguas” del siglo XX (ejércitos regulares, batallas frontales) y se parecen más a un tablero complejo donde drones, hackers, narcotraficantes, mercenarios y desinformadores operan al mismo tiempo.
El paso siguiente fue identificar una mutación particular: cuando esas tácticas híbridas no se despliegan únicamente en guerras, sino en contextos urbanos, aprovechando las democracias. Allí aparece el terrorismo híbrido.
Según Rodríguez Zambrano y Rodríguez Morales (2025), el terrorismo híbrido es:
A diferencia del terrorismo convencional, que suele esconderse y operar desde la clandestinidad, el terrorismo híbrido necesita la visibilidad de la calle, de las cámaras, de las redes sociales.
Es fundamental subrayar este punto: no todas las manifestaciones son terroristas. Las protestas sociales cumplen una función clave en cualquier democracia. Son un derecho legítimo, una manera de exigir justicia o cambios políticos.
El terrorismo híbrido no deslegitima esas causas, más bien se aprovecha de ellas. Se infiltra en movimientos ciudadanos, usa el enojo real de la gente como combustible y lo transforma en violencia organizada. En otras palabras, las protestas pueden ser también víctimas de esta forma de terrorismo.
En este punto queremos hacer una pausa. Mucho de lo que hemos explicado deriva del artículo académico “Una aproximación al concepto de terrorismo híbrido: un fenómeno del siglo XXI”, escrito por nuestro egresado del Doctorado en Seguridad Pública de IEXE Universidad, Henry Mario Rodríguez Zambrano.
Estamos profundamente orgullosos de él y te invitamos a leer su artículo completo en la Revista Política y Estrategia. Aquí te dejamos el link directo: Lee el artículo aquí.
No todos están convencidos de que lo “híbrido” sea realmente novedoso. Varias voces críticas sostienen que:
Pese a ello, el término sigue siendo útil para resaltar la incertidumbre, la multiplicidad y la confusión que caracterizan la violencia contemporánea (Bargués-Pedreny, 2018).
El terrorismo híbrido es un espejo incómodo del siglo XXI. Nos recuerda que la democracia, con todas sus libertades, también puede ser usada como su talón de Aquiles. No se trata de criminalizar la protesta legítima, al contrario, se trata de reconocer que esas causas pueden ser infiltradas, manipuladas y secuestradas por actores que buscan algo muy distinto: debilitar al Estado y reemplazarlo.
Combatirlo requiere más que policías y ejércitos. Implica fortalecer instituciones democráticas, fomentar resiliencia ciudadana y, sobre todo, aprender a distinguir entre la voz auténtica de un pueblo y el eco distorsionado de quienes buscan el caos.
En IEXE Universidad celebramos que un egresado de nuestro Doctorado en Seguridad Pública haya contribuido con este análisis. Te invitamos nuevamente a leer el artículo completo aquí: Lee el artículo completo.
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